"La vida es caer y levantarse, y volverse a caer y volver a levantarse; la vida es alegrarte los viernes y joderte los lunes, y abrazarte a quien te abrace y quien no quiera abrazarte pues que no te abrace y punto, y no pasa nada, él se lo pierde."

viernes, 15 de julio de 2011

Reflexiones de días solitarios.

Te han dado plantón otra vez y piensas: debo de tener un don para que a la gente siempre le surja algo y me deje tirada. Pero lo cavilas bien y te das cuenta de que quizás lo que necesitas es estar sola, despejarte. Entonces decides ir a tu habitación, ponerte los cascos, pillar tu cajetilla de tabaco y robarle la bicicleta a tu hermano. Ya sabes a dónde ir, no hace un día de calor pero se está bien en pantalones cortos. Coges rumbo a tu playa preferida. Quizás por lo resguardada que está, quizás por que estás segura de que no habrá nadie. Cierras el portal y empiezas a pedalear.
Cuando por fin llegas, solo ves a una persona: un hombre mayor que pasa sus ratos libres pescando y que seguramente vive en una de las casas de la zona.

La marea está alta, aunque bajando. Hay poca arena seca por donde caminar sin hundirte y hay más algas que de costumbre, lo que le da una imagen bastante descuidada y desagradable a la playa, pero aún así, te quedas allí, y te sientas en unas rocas, debajo de un árbol.

Enciendes un pitillo. No es que seas fumadora habitual, solo de vez en cuando. Es extraño que no tengas vicio, ya que puedes estar tanto dos días fumando 6 pitillos al día como pasar dos meses sin probar uno. No es que te llame el sabor, para nada, pero te relaja. Te concentras en tu música. Es increíble como tu entorno se adapta al ritmo de Stop crying your heart out, de Oasis; parece que hasta las olas siguen los acordes de la parte final.

La tranquilidad y aislamiento que te proporciona la playa y la música, hace que te pares a pensar en todo lo que ha pasado en el último año, y llegas a la misma conclusión de siempre: te has dejado manipular. Y entonces suena Girl, de los Beatles, y en tu cabeza resuenan siempre los mismos versos:

When I think of all the times
I tried too hard to leave her
she will turn to me and start to cry
and she promises the earth to me
and I believe her
after all this time I don't know why.

Y te preguntas por qué siempre es lo mismo. La caga, y después, con unas palabritas, te vuelve a enamorar y tú le perdonas todo y más, aún sabiendo que no es sincero. Y cuando te rallas porque en el fondo sabes que solo te está utilizando, la gente te dice: "pero Antía, tú vales mucho más, hay miles de tíos que darían lo que fuera por estar contigo". Pero no saben de lo que hablan. No es tan fácil. Y no es porque los demás no cumplan tus expectativas, no. Es porque tú, en el fondo, lo único que quieres es estar con él. Te esfuerzas por convencerte de que esta vez funcionará, de que no te va a hacer daño, pero cada vez ese esfuerzo va surgiendo menos efecto, y te vas dando cuenta de la triste realidad.

Suena Hurt, de Jonnhy Cash, y todo se paraliza. Enciendes otro pitillo. Y no piensas en todo el daño que te ha hecho, sino en todo el que dejaste que te hiciera. Recuerdas todo: las mentiras, los enfados, las "reconciliaciones"... Y entonces, se te cae una lágrima, la primera en mucho tiempo. Te recuerdas a ti misma que habías prometido no volver a llorar por él, y te la secas rápidamente. Se acaba la canción, y la vuelves a poner, es quizás la más bonita que has escuchado en mucho tiempo.

La siguiente es Pieces, de Sum 41. La frase que más te llama la atención es la que dice And I'm trying to let you know that I'm better off on my own. Y te empiezas a rallar la cabeza. Siempre es la misma historia: ni contigo, ni sin ti. No te entiendes. Cuando no lo tienes, lo echas en falta, y cuando está contigo, como ahora, te agobias. Y piensas: no será un simple capricho y no un enamoramiento? No, no. Un capricho no puede durar tanto tiempo, no puede ser... Tan intenso. Nunca has sufrido tanto por alguien. Los caprichos vienen y van, y no dejan huella. Pero él sí, él si que te ha dejado huella. Te das cuenta cada vez que escuchas una canción y te recuerda a él, cada vez que ves sus antiguos mensajes que guardas a escondidas y sonríes, cada vez que pasas por ese lugar y te acuerdas de aquel momento... Y se te viene a la mente esa vez que tú misma dijiste: "las canciones no me hacen llorar, sino los recuerdos que me traen".

Y después de unas cuantas más, suena Don't be afraid, you're already dead, de Akron/Family. Rememoras lo mucho que te hizo llorar esa canción en su momento. Y piensas que quizás, dentro de unos años, te rías al recordar lo estúpida que fuiste, pero por otra parte, estás segura de que, por desgracia, esto va a durar, porque algo así no se olvida tan fácilmente.
Después de un último pitillo, te levantas, y te diriges hacia tu bicicleta, mientras te repites miles de veces: don't be afraid, it's only love.

Love is simple... Los cojones.